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Escala y llegada

MIÉRCOLES, 15 DE NOVIEMBRE DE 2006. BANGKOK

Estamos a punto de aterrizar en el aeropuerto de Bangkok después de un vuelo sin mucha pena ni gloria. Hizo frío en el avión, yo pedí otra manta, pero nada. Se me olvidó pedir el menú vegetariano al hacer la reserva y anoche me dieron un onigiri y un canapé de pollo que se comió Raquel. El desayuno de esta mañana parecía de hospital: pescado hervido, arroz blanco y una bolita de patata dentro de una bolsita de pasta de arroz y recubierto de gelatina... menos mal que pasaron dos veces la bandeja de croissancitos calientes.


AEROPUERTO DE BANGKOK. Nos hemos perdido un poco al principio, estábamos haciendo cola en un mostrador cuando el chico que teníamos al lado nos preguntó en español de dónde éramos, y entonces aprovechamos para preguntarle si necesitábamos guardar esa cola. El chico era un bilbaíno que venía de India y se dirigía a Shanghai, donde llevaba viviendo un tiempo (y hablaba chino con un señor que estaba también medio perdido), preparando un doctorado analizando empresas. Por suerte no era necesario solicitar nada en el mostrador para el que esperábamos, ya que nuestras tarjetas de embarque estaban completas; total que nos dimos una vuelta por el duty free y ya nos metimos en la Gate D7 a esperar el avión. Al poco, la sala de espera se empezó a llenar de franceses vestidos de spoooooooooort, que se van a la colonia con los indígenasss.

Las pasarelas que van a los aviones están llenas de carteles naranjas, algunos con la foto de un hombre y el logo "Long live The king". Da un poquito de miedo...

HANOI.

Se me cierran los ojos de sueño, y de nada sirve la música dance hortera que nos ha puesto el taxista. Espero que se me pase pronto.
Llegamos al aeropuerto de Hanoi, y tras esperar una eternidad por las maletas, cambiamos 30000 yenes cada una. Luego, con 4,020,000 dongs y la cartera a reventar, salimos. Inmediatamente nos empezaron a llamar todos los taxistas qye había, y a enseñarnos los carteles que indican que por 150,000 dongs o 10 USD te llevan a la ciudad. Tomamos uno cualquiera, y aquí estamos. Nos ha llamado la atención un tipo de edificio de viviendas, muy estrecho y de dos o tres plantas, que prolifera por todas partes, con las fachadas de colores; y también la cantidad de motos y bicicletas que, al parecer, deberían circular por la derecha, a juzgar por lo que el conductor nos comenta en un paupérrimo inglés. Por cierto, el volante de los coches está a la izquierda, como en España.

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El taxista de la música hortera nos llevó al Old Quarter de Hanoi, supuestamente al Hotel Sunshine. De pronto paró el coche, y otro hombre abrió mi puerta mientras me presentaba la tarjeta del Sunshine y me contaba una historia en inglés sobre no sé qué congreso y que el hotel estaba lleno, ofreciéndose a llevarnos a otro... aceptamos con la boca pequeña, dejándonos timar por el cansancio... y al llegar. el taxista pretendía que le pagáramos 150,000 dongs cada una!!! Nos negamos, claro, y como sólo tenía billetes de 100,000, le hice darme el cambio antes de pagarle, por si acaso.

De muy mal humor, entramos en el hotelucho. Fortuan, se llama. Subí yo a ver la habitación: 25,000 dongs,  con AC, TV y desayuno, pero cutre hasta decir basta. Nos la quedamos.


Ducha y tal y cual y bajamos a explorar. Preguntamos en la pequeña oficina de turismo del hotel por los autobuses para ir a Hai Phong, y ya nos intentaron vender todo tipo de excursiones. Yo estaba negra, y para colmo nos dimos cuenta nada más salir del hotel de que el tráfico es de locos, peor que en India, y es todo muy estresante.

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Hemos parado a comer en un restaurante hindú (sorpresa) que encontramos por el camino... a ninguna parte. Me voy a tomar una orangina, que hace siglos que no pruebo una.


Antes de comer fuimos hasta el lago Hoan Kiem, que por cierto es verde fosforito. Bueno, y nos vimos el Templo Ngoc Son, que es parecido a los templos japoneses, y al que se accede a través del puente Huc, cuya foto maravillosa aparece en la Lonely Planet. Hay que verlo después, porque la foto de la guía debe ser de tiempos mejores. En fin, 3000 dongs de entrada cada una, que tampoco es tanto.
Pero de verdad, tengo que buscar las fotos del templo, porque es injusto colgar sólo ésta que he encontrado por Internet, hay que ver lo que Raquel y yo vimos con estos dos pares de ojos.
Al salir del templo nos llamó una chica, que iba con otra con un cuaderno, y nos pidió permiso para hacernos una breve entrevista referente a qué nos parecen los vietnamitas y los medios de transporte. (Ésta tuvo suerte de pillarnos el primer día.) Muy agradable, la chica, pero creo que no sabía dónde está España. Nos dijo que parecíamos "more westerners"...

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