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Segundo día en el ashram

8 de septiembre de 2006. Amritapuri, Kollam

No sé qué hora es, pero hace poco que ha amanecido, así que calculo que entre las 7 y las 7 y media. Me desperté hace un buen rato porque Raquel se levantó para ir al baño, y aún estaba oscuro. A pesar de la hora, ya hay mucha actividad en el ashram. Amma dice que entre las cinco y las siete de la mañana son las mejores horas para practicar la espiritualidad, de modo que los monjes madrugan increíblemente para hacer la archana que da comienzo a las 4,50h y dura hasta las 6h. Archana es la recitación de los 1000 Nombres de la Madre Divina.Cuando nos despertamos, oímos los cánticos desde la habitación.


Durante el día de ayer, todas estas prácticas -unidas al cansancio del viaje, supongo- me llevaron a un estado energético muy bajo. No me apetecía hablar mucho, ni comer, ni beber, ni nada; pero me sentía bien. A la vez, durante el darshan y los bhajans podía notar la energía que Amma desprende y crea con los devotos, muy fuerte pero que no produce euforia, sino una especie de calma interior.


Por el ashram hay mucha gente, incluidos occidentales, que van descalzos. El suelo es arenoso y no está limpio, claro, pero a nadie parece importarle. Para entrar a los templos hay que descalzarse, dejando las sandalias a la entrada. Me llamaron la atención unos carteles alrededor del templo grande (donde se cantan los bhajans), advirtiendo sobre el robo de zapatos, y le pregunté a Coco al respecto. Me dijo que cuando él estuvo aquí por primera vez, le robaron once pares de sandalias. Se rió y me contó que los indios son así, si les gusta se los llevan sin más. Por mi parte, cambié las sandalias por unas chancletas de goma, por si acaso.


Referente al carácter indio, parecen gentes muy vivas. Coco nos advirtió, y la Lonely Planet nos corroboró, que llevar ropas ceñidas o que muestren algo de piernas o escote puede resultarles una invitación no sólo para decir alguna barbaridad, sino incluso para tocarte.


Hacen un gesto muy gracioso moviendo la cabeza rápidamente hacia los lados. Con ello responden "sí" a las preguntas, pero he visto que también lo hacen para despedirse o mientras charlan, es habitual.


La habitación es muy sencillita: al fondo, dos ventanas enrejadas dan al mar y al templo de Kali; junto a la ventana, un lavabo; hay una estructura de cama de 90cm con tres especies de colchones de espuma finos, de color marrón, de los que hemos cogido sendos y dormimos en el suelo. Tenemos un pequeño armario verdeazul de metal que no usamos, y al lado, una encimera con otro grifo que tampoco necesitamos. Una puerta da al baño, con un retrete y un grifo con ducha, pero sin bañera ni nada, directamente el desagüe está en el suelo. Los cuartos pueden ser compartidos por tres huéspedes, así que es posible (aunque dudo que probable) que venga otra persona al nuestro.


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Está ciendo un día muy completo. Ahora estamos descansando un momento antes de bajar a los bhajans. Además, Raquel está resentida del estómago, creemos que por la abundante y especiada comida del avión, así que hemos tenido que subir al cuarto varias veces.


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Sólo son las 22,30h, pero Raquel y yo estamos a punto de dormirnos.Anand nos llevó a la oficina de información para ver un video de Amma en los años 80, cuando empezaba a hacer Krishna Bhava. era muy interesante, pero estamos rotas, no lo vimos acabar. Amma aparecía con el rostro azulado y una mirada muy extraña, como masculina. Además movía las piernas complusivamente, temblándole todo el cuerpo. Esto ya no lo hace.


Al llegar a la habitación teníamos una nota de la oficina de Seva para hacer trabajo desinteresado en el ashram. Esta mañana, mientras desayunábamos en la Westerner Cantinee unos corn flakes con yogur natural, se acercó el chico que lleva lo del seva para preguntarnos si queríamos hacer algún trabajo. Estuvimos fregando los cacharros de la cocina allí mismo, no sé durante cuánto tiempo, calculo que unas dos horas.


Después de eso, Sergio vino a buscarnos y los tres fuimos al banco a cambiar moneda. Por 150 euros me han dado 8660 rupias. Ya con dinero, nos dirigimos al templo de Kali para pagar las 2300 rupias que costó el taxi que nos trajo del aeropuerto. Como Amma llegó para dar el satsang, nos quedamos meditando y luego nos fuimos a comer el arroz que sirven gratuitamente para todos. Ahí me di cuenta de que no pagan los residente, pero los indios del poblado tienen que abonar lo que puedan (a no ser que no tengan nada, pero no es lo normal.) El arroz de hoy era seco y se sirvió con curry y soja texturizada, estaba francamente bueno. Hay que hacer una larga cola para que le sirvan a uno, y además se paró de repente cerca de nuestro turno. Vimos que había gente que se colaba y se echaba comida en el plato, conque nos dispusimos a hacer lo mismo. Uno de los que servían dijo a Sergio que no lo hiciera al coger la paleta con el arroz, y muy sorprendidos nos quedamos esperando, hasta que llegó una chica extranjera y nos dijo que a los indios no hay que hacerles ni caso, se puso arroz en el plato y se fue. Nosotros la imitamos, y a partir de ahora nos fiaremos menos de los indios.


Por la tarde estuvimos "de compras" en el ashram. Ya que teníamos dinero, nos dedicamos a recopilar todo el material sobre Amma que necesitábamos. Primero, en la tienda de la entrada, adquirí una gran foto enmarcada por 350 rupias, un rosario de 54 semillas por 400 rupias y un pisapapeles con una foto que me gustó especialmente de Amma cuando era joven, por 40 rupias.


Después, Raquel y yo pasamos por la oficina de información para inscribirnos en la excursión en barco por los backwaters, para mañana por la tarde. Nos costó 200 rupias por persona. Es una visita guiada por el delta del río que hay junto al ashram, incluyendo un templo de Kali cercano. Nosotras pensábamos que se podría tomar el barco hasta Allepey, pero no es así, hay que volver al ashram. De igual modo, quisimos hacer la ruta. En la misma oficina de información pudimos comprar libros de Amma en español y fotografías.


Yo necesitaba algo de ropa para cambiarme, porque me vine con lo puesto y un vestido. Pasé por la tienda de segunda mano, pero no me convenció nada. Luego fui a la otra tienda (todo esto dentro del templo de Kali) y allí me hice con un punjabi en tonos rojos con adornos en dorado dibujando una cuadrícula. El punjabi es un traje compuesto por un pantalón ancho -que a veces se estrecha en los tobillos-, una camisola larga hasta las rodillas y un pañuelo largo que se pone de un hombro a otro por encima del pecho. Me costó 660 rupias. Lo último que compramos fue un cojín para meditar y un par de botellas de agua en la tienda que hay fuera del templo.


A las 18,30 y hasta las 20h fuimos a los bhajans, que fueron muy animados, primero porque unos de los brahmacharis se equivocó al anunciar el bhajan y empezaron a tocar otra cosa, y Amma le tiró de una oreja para regañarle; y al final, una mujer que estaba sentada detrás de mí en el suelo, con su hijo, se puso a gritar mientras abrazaba al niño. Era una mujer joven francesa.


Cuando terminó el Arati (es la parte final, cuando Amma ya se ha ido y los brahmacharis cantan un bhajan específico mientras se hace un ritual quemando alcanfor), fuimos los cuatro a comer en el mismo sitio que al mediodía. Nos sirvieron arroz caldoso con un curry de verduras que no me gustó nada, así que comí muy poco. Y ya por fin nos fuimos a ver el vídeo de Amma que comentaba antes.

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