Safe Creative #0911295027422

Tercer día en el ashram

9 de septiembre de 2006. Amritapuri, Kollam.


Esta mañana nos levantamos a las 6, porque en media hora debíamos estar frente a la cantina para ir a pasear y hacer una lectura. Una vez que llegamos allí, encontramos a otras personas con diferentes informaciones sobre la actividad. Una chica se nos acercó para decirnos que ella era quien llevaba lo del campo de tulasi, dándonos explicaciones de cómo llegar, y como estábamos tan confundidas, las seguimos. También venían una mujer francesa y una japonesa.


En el campo había dos chicos trabajando, y la chica que nos había indicado el camino llegó poco antes que nosotras en bici. Se llama Sarvaga, es de California y habla un poco de español. Amma le había encargado la plantación de 10000 tulasis, que es la variedad india de la albahaca, con propiedades curativas. Nos enseñó a quitar los hierbajos de un terreno para cultivar después en el los "babies" de tulasi, como ella decía, pero súbitamente se puso a llover muy fuerte y tuvimos que ponernos entre dos especies de granero, entre los cuales había también un terrenito cultivable sobre el que extendimos una lona. La lluvia fue tan fuerte que no podíamos seguir arrancando hierbas, y empezamos a plantar retoños en una esquina que no estaba inundada. Paró durante un rato, pero empezó otra vez y lo dejamos. Nos metimos en un granero y Sarvaga llamó al ashram para intentar conseguir un coche o un rickshaw que nos trajera de vuelta. La francesa se fue andando con los dos chicos, y nosotras cuatro finalmente decidimos coger la lona y subir cubriéndonos con ella, cogiendo cada una de un extremo... menudo cuadro: Raquel y yo llevábamos chanclas y las íbamos perdiendo por el camino, porque todo estaba inundado y el agua de los charcos hacía que se nos escaparan de los pies. Antes de llegar a la carretera llamaron a Sarvaga para advertirle de que un rickshaw venía a por nosotras. Qué risa cuando ella le dijo al conductor que éramos cuatro mujeres debajo de una lona azul... me imagino la cara que pondría el hombre... bastante parecida a la que puso cuando nos vio. Un rickshaw es una especie de moto con una cabina detrás para llevar pasajeros. La que nos vino a buscar estaba profusamente decorada con corazoncitos y patitos y flores, y era de color rosa. Nos dejó en una calle cercana, donde nos fue a buscar con dos paraguas el chico con el que había hablado Sarvaga, y además nos trajo dos magdalenas porque la cantina deja de servir comida a las 10h. En cuanto bajamos, una niña se acercó a Raquel alargando la mano, y ella le dio la magdalena. De hecho, toda la gente que nos encontrábamos nos tendía la mano para que les diéramos lo que fuera. Esto es una costumbre terrible de la que somos culpables los occidentales que llegamos regalando tonterías, porque el problema de estas personas no es que necesiten unas rupias para comer o que unos niños tengan un caramelo. Es mucho más serio, y no se arregla con limosnas absurdas.


El caminito estaba llenísimo de agua. Creí que vomitaba cuando tuve que pasar por un charco verde con los pies semidesnudos, sobre todo al notar que en alguna zonas el agua estaba caliente. Pero a la gente que vive en el ashram no les importa. Ni siquiera a los occidentales.


En cuanto llegamos, entramos en la cantina hindú a comer algo. Yo cogí un plátano rebozado -sin saber lo que era, por eso me comí sólo un mordisco... no me gustan los plátanos-, una rosquilla picante como las del primer día y dos dulces, uno de coco y otro rosa que no sé de qué era. 20 rupias en total. Yo subí al cuarto a ducharme, con la comida en la mano, porque estaba asqueada de pensar en el agua verde y caliente. Todavía se me ponen los pelos de punta cuando lo pienso.


Esta mañana, al salir del ascensor, nos encontramos a Coco. Nos dijo que estaba muy cansado y que necesitaba dormir, y que Sergio iba a hacer durante el día de hoy silencio y ayuno. Ayer estaba muy excitado con la comida, su doti nuevo (una falda para hombres) y el ambiente en general. Quizá se ha sentido mal por tanta explosión emocional y quisiera corregirse haciendo austeridades. A ver si le vemos luego.


*********************************************************************************


Hemos bajado las dos al templo, y no me han dejado entrar porque cogí el teléfono móvil de Sergio para ver la hora, y no se puede pasar con él. El hombre que me advirtió me dijo que lo dejara en la habitación y volviera, pero me ha sentado tan mal la comida que vomité dos veces antes de bajar y el estómago me arde, así que me voy a quedar en la habitación. A las 15,20h tenemos que estar en el embarcadero para hacer la excursión por los backwaters, espero que no llueva más.


Al subir me encontré con la mujer francesa que estuvo en el campo de tulasi esta mañana, y al ver que iba con su hijo me di cuenta de que era la que ayer gritó durante los bhajans. Me preguntó si habíamos cogido el rickshaw y le conté nuestra pequeña aventura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario