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ALLEPEY

14 de septiembre de 2006.

El tren desde Varkala nos costó 72 euros a cada una, no había clases. De hecho, era un tren diferente, con muchos asientos unipersonales situados de 3 en 3 en dos filas, con un pasillo ínfimo en medio por el que mi maleta pasaba de canto y a duras penas. Nos sentamos en una fila vacía, hasta que llegó el revisor para decirnos que debíamos ir al siguiente vagón, puesto que esos asientos eran para reservas. En el otro vagón tuvimos que ir de pie,  o bueno, sentadas en las maletas, porque no había hueco para la mía y pesaba demasiado para subirla a la repisa. En el pasillo no había hueco para ella, conque nos pusimos entre los dos vagones.
En este tren no suben vendedores en las estaciones, sino que tiene su propio servicio. Tienen el típico desayuno  de Kerala, con curry, tortas de harina y chai o café, sin cubiertos, claro. No lo tomé, aunque cuando dejaron de repartirlo sacaron las rosquillas picantes que ya he comido otras veces, y eso desayuné. El pack de 2 costaba 12 rupias.



Llegamos en 2 horasy cogimos un rickshaw para ir a un hotel que habíamos visto en la guía, pero el conductor nos lió un poco y nos llevó a ver otro hotel, de un amigo suyo seguramente. Al principio no nos hizo mucha gracia, pero cuando lo vimos por dentro resultó ser una casita encantadora, ¡incluso con papel higiénico! 



Pagaremos 300 rupias por una noche -Raquel le regateó 50 al dueño- y allí tomamos el desayuno (bueno, yo sólo un chai, porque ya había comido) por 13 rupias, en el porche de la casa.
Echamos a andar hacia Correos, para enviar las 15 postales más que he escrito, por 7 rupias cada sello. En Kanyakumari costaban 8 rupias.



Allepey es una pequeña ciudad construida entre canales, la Venecia de India, extrañamente bastante cuidada, y en algunas zonas hasta se puede pasear con una barquita a pedales. 
Los adolescentes que había en ellas nos llamaban para que nos montáramos con ellos... nosotras giramos a la izquierda en dirección a la playa tras rehusar.
Una característica de Allepey es la extraordinaria hospitalidad de sus habitantes. El 80% de los que nos cruzamos nos han saludado, y muchos nos paran para hacernos las típicas preguntas indias: de dónde somos, si estamos casadas, la edad y a qué nos dedicamos...





En la playa, los chicos que paseaban en las barcas y que nos habían seguido nos hicieron un corro y estuvieron hablando con nosotras un buen rato.Vinieron dos chicos vendiendo flautas de caño y pitos, y allí se juntaron. Compré una flauta por 10 rupias, que por cierto, soy incapaz de tocar.
Había muchas medusas muertas en la orilla, menos mal que no nos metimos en el mar.
Llegando a la playa nos paró un hombre que nos dijo ser doctor, pero no especificó en qué. Nos pidió permiso para sacarnos un par de fotos. Se ofreció a llevarnos al centro de Allepey en coche, aunque preferimos ir a nuestro ritmo.
Luego, andando, andando, llegamos a la zona comercial. Paramos en un almacén de telas donde estuvimos bastante tiempo escogiendo otro sari y un punjabi para mí, y otros dos saris de chiffon para Raquel. Yo pagué casi 500 rupias por el sari y las dos bajofaldas (una para el que me compré en Kanyakumari) y 130 más por el punjabi azul. Raquel, 440 rupias por los dos saris. Llevamos las telas a un taller de costura, pero sólo podían hacernos uno para hoy. Raquel tuvo que volver a la tienda a por un forro para la blusa, y de paso preguntamos por otro taller. Uno de los empleados nos llevó, y nos quiso timar cobrándonos 100 rupias por adelantado por la confección, pero volvimos al taller a preguntarle a la costurera si debíamos pagarle a ella directamente y nos contestó que sí... el chico no volvió a decir nada, y se quedó un poco cortado...



Para comer, preguntamos en un hotel si seguía abierto el restaurante, que tenía buffet, pero como no lo estaba, comimos en el bar. Yo pedí ¡una tortilla española!!, que era una francesa con champiñón, y con la clara a punto de nieve horneada por encima... le expliqué al chico cómo la hacemos nosotros, pero no creo que me entendiera muy bien. Raquel tomó una pizza y un sundae con frutas enorme, y yo un té con menta y un helado de pistacho. Junto con el chai de Raquel, 271 rupias.


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Es muy de noche, nos tenemos que levantar a las 6,30 y acabamos de llegar de la casa de huéspedes de unos chicos que conocimos hoy. Ha sido muy extraño, y largo de contar, así que creo que lo dejo para mañana...

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