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Visitando Casablanca.

Madrid, 10 de junio de 2010.

Mañana a las 13,00h sale mi vuelo para Casablanca. Natacha me ha dejado unas indicaciones para vernos, y las dejo bien anotadas en la bitácora por si acaso:

En el aeropuerto, ir a la TERMINAL1 (la vieja) y coger el tren que va a CASA OASIS que sale cada 30 minutos y cuesta alrededor de 50 dirhams (5€).

También anoto sus teléfonos y su dirección en el Quartier Gauthier, aunque si por algún motivo algún día voy en taxi le debo indicar al conductor que me lleve a la rue Moussa Ben Moussaïr, au croisement avec la rue Jean Jaurès. Los taxis se comparten, como en muchos otros países, y hay que preguntar al conductor si va en la dirección que uno quiere, porque es fácil que no te admitan si no les viene bien la ruta.

De todos modos, Natacha vendrá a buscarme en un Renault Laguna azul marino con la matrícula diplomática amarilla.

EN EL AVIÓN. 11 de junio de 2010.

Por primera vez en mi vida, he llegado con el tiempo justo para embarcar. Yo, que soy una agonías. Aunque para agonía, la del pobre que se sienta a mi lado en el avión, está muerto de miedo. Nos hemos reído un rato cuando la azafata ha hecho una laaaarga pausa para anunciar el destino, como si no lo supiera... la cara de mi vecino es un poema.

ESTACIÓN DE TREN DEL AEROPUERTO DE CASABLANCA.

El aterrizaje ha sido casi en picado, y la novia de mi compañero el agonizante ha tenido que darle aire con un papel. Cuando me he puesto de pie para coger mi bolso - me he venido sin facturar, sólo con el Galliano y tampoco va lleno del todo -, un hombre de unos 60 años que se sentaba dos filas más atrás me dio un toquecito en la mano diciéndome que tenía un par de cosas que preguntarme. ¿Mmmmh? No parecía desagradable, pero procuré salir del avión antes que él para evitar la conversación... y va el muy gañán y corre detrás de mí hasta que me dio caza en la cola para sellar el pasaporte. Lo que me imaginaba: que si era la primera vez que venía a Marruecos, que si me había visto leyendo al Lonely Planet en el avión, que si tengo quien me enseñe la ciudad... en fin, sellé el pasaporte y di gracias a Alá por no tener que esperar ningún equipaje.

EN EL TREN

Algo muy curioso es que no sé en qué idioma hablar. El que me puso el sello me habló en español, luego pedí el billete en francés yel de la taquilla me contestó en inglés... ¿y Natacha querrá practicar español? Esto es muy raro.

El tren sale a las 15h y sólo eran las 14,10 cuando saqué el billete. La estación es muy oscura y casi no hay gente. Cogí uno de los trolleys del aeropuerto abandonados para sentarme hasta que llegó el convoy, media hora antes de su salida.

He pedido primera clase, sin ningún motivo en especial. En teoría mi asiento es el A22, pero la mayoría de los números han sido arrancados y eso me ha tenido un rato dando vueltas como una idiota, con la boca abierta. Al final me he reido yo sola, y uno que había por ahí sentado se rió conmigo diciéndome "no numbers." El hombre debía estar a punto de explotar de la risa. Finalmente me siento junto a la ventanilla de los asientos de al lado de él, por ejemplo. Entonces entra una chica negra, con una maleta enorme, mira a derecha e izquierda y luego a mí... y nos morimos de risa otra vez. Bueno, por lo menos es un país divertido. Eso sí, espero que la chica vaya mucho más lejos que yo, porque me enseñó su billete preguntándome dónde era la 2º clase, y pude ver que le habían cobrado 15 MAD más que a mí (que, por sierto, fueron 60 MAD.)

En mi soberana inteligencia me acabo de percatar de que no he anotado la hora a la que hemos quedado Natacha y yo. Creo recordar que era sobre las 16,40h... y voy a llegar como una hora antes. Espero que haya algo cerca que ver o hacer. Y, una vez más, gran idea la de no traer equipaje.

El tren sale puntual, el revisor sale puntualmente al arrancar y espero por su madre que eso que me deslumbra sea la luz a través de estos cristales llenos de tierra, porque como fuera del tren el sol sea así de molesto, voy a necesitar un trasplante de retinas cuando vuelva a España.

EN EL BAR DE LA ESTACIÓN DE CASA-OASIS

21 minutos hemos tardado en llegar. Casa-Oasis ha resultado ser la primera parada, y efectivamente la chica que viajaba en 2ª no se ha bajado aquí.

El paisaje es prácticamente como pasar por Andalucía, edificios blancos y campos verdes en esta época del año. Fuera de la estación ya se ve otra cosa: una carretera flanqueada por comercios pequeños y de colores, parecidos a los que vi en la India.

Por lo que veo, Casablanca no debe ser precisamente lo más representativo de Marruecos. Hay varios hombres en la cafetería muy bien vestidos, incluso mejor que en España. De hecho, muchísimo mejor. Hay que ver qué zapatos se gastan...

La camarera es muy agradable y me ha servido enseguida, en francés. Y me ha traído la cuenta a la vez, una Coca-Cola son 9 MAD. Después se ha sentado en una de las mesas y se ha puesto a jugar con una gata de coloresque pulula a sus anchas por ahí. Muy higiénico, sí.

Fuera de la estación hay un montón de petits taxis rojos cuyos conductores esperan a la puerta de la estación la llegada de los viajeros para ofrecer sus servicios.

MEDIA HORA DESPUÉS

Bueno, tengo tiempo, así que me temo que voy a hacer la descripción más detallada del viaje nada más empezarlo. Ya son las 16,15h, espero que Natacha no pille mucho tráfico y llegue muy tarde.

Esto de tirarse horas sentado debe ser muy normal, porque la gente que estaba aquí cuando yo llegué sigue estando. Hay más mujeres solas tomándose algo, y muchísimos occidentales entrando y saliendo de la estación. Desde luego, no es lo que me esperaba. Ha entrado una chica con unos jeans D&G y hay otra sentada enfrente de mí con unas Converse rosas... a juego con la chilaba de su madre.

Las cuatro y media. Voy a dejar de escribir, si no quiero que esta bitácora de fin de semana sea como la Biblia.

Casablanca, 12 de junio de 2010

Definitivamente, esto no tiene nada que ver con lo que yo pensaba. Casa es una ciudad grande, con un tráfico infernal en hora punta, con centro comerciales y tiendas de lujo, con suburbios y grandes avenidas.

Centro de estética moderno en el Quartier Gauthier.


Natacha llegó diez minutos tarde. Cuando nos vimos, se bajó y nos quedamos sonriéndonos como idiotas unos instantes. ¡Ninguna de las dos sabía en qué idioma hablar! Al final estamos haciendo una mezcla, pero nos entendemos bien. Mi francés está más oxidado que su español, por lo que me temo que acabaremos hablando mi idioma.
Tagine.
La casa de Natacha tiene garaje propio para los vecinos del inmueble, que conecta con los pisos por el ascensor. Es muy grande, con dos habitaciones, salón y comedor anexo, un baño, cocina, balcón y terraza. Tiene unos 100 metros cuadrados, por los que paga un alquiler de 8000 MAD (unos 800 €.) Vive sola con una gata que recogió de los jardines del consulado cuando era una cachorra, se llama Tagine, como el guiso tradicional marroquí y las ollas en las que se prepara.


Consulado de Francia.

Nos sentamos en la terraza interior con un sirope, a ponernos al día de estos 10 años que llevamos sin vernos. Si bien durante el día el sol cae vertical, ya hacia las 6 de la tarde empieza a refrescar. Nos cambiamos a una manga larga y nos fuimos a encontrarnos con unos amigos de Natacha en un pub irlandés, a ver el primer partido de Francia en el Mundial. Jugaban contra Uruguay y empataron a 0.

Vista desde el balcón de la casa, construcción de un nuevo centro comercial.



El local se llama The Irish Pub (no se han comido mucho la cabeza, no) y lleva muy poco tiempo abierto. Está en el mismo Quartier Gauthier, que es un barrio elegante donde viven la clase media marroquí y los occidentales.

Me tomé dos pintas de cerveza rubia por 50 MAD cada una, y todo el mundo fue pidiendo algo para cenar. Hubo mucha gente que tomó hamburguesas, que llamaban la atención por lo diminutas, como las que servían en Japón. Los precios, similares a los de España: desde 25 MAD por una ración de patatas fritas hasta 65 MAD por la hamburguesa.

Cada poco nos iban trayendo cestas de palomitas para acompañar la cerveza. Todos los camareros, curiosamente, eran marroquíes. Debe ser el único pub del mundo en el que no son de un país anglosajón... claro que aquí los extranjeros que hay son principalmente franceses, lo tendrían difícil para encontrar mano de obra...

Volvimos temprano a casa, sobre las 22h, porque ambas estábamos cansadas y preferimos no ir con los demás a la discoteca.

Y HOY... LES 3 ARTS

Desayuno marroquí completo, con m'semen
Estamos desayunando en la terraza de un café decorado en blanco y negro, en el mismo Quartier. Natacha quería que probara el desayuno marroquí: haroha (que es una especie de bizcocho muy espeso) o m'semen (algo como una crêpe, también espeso y que sabe parecido a los churros), servido con queso de untar o miel. Yo no pedí el desayuno completo, que viene con té y zumo de naranja, pero sí que me he tomado el zumo de fresa más bueno que he probado en mi vida. Juraría que jamás he sentido el sabor de una fresa tan intenso como aquí. Natacha pidió el desayuno completo y además un zumo de aguacate, cosa que yo jamás había visto antes. No lo probé porque el aguacate no me gusta, pero si es de la misma calidad que el de fresa, debe estar delicioso. Los precios: por mi harcha, 7 MAD y 15 más por el zumo de fresa. El desayuno "continental" son 20 MAD y el zumo de aguacate, 15 MAD igual que el de fresa. La cafetería está en la esquina de las calles Abou Maadi y Hafid Ibrahim.
Zumo de aguacate.

BABALOO BEACH. DAR BAVAZZA

Ahora que estamos en una playa privada, haciendo el vago en un a tumbona mientras suena de fondo música house, tengo tiempo de poner al día la bitácora.

El resto de la mañana lo dedicamos a hacer un recorrido en coche por el centro de Casablanca. Vimos el puerto pesquero, el parque de la Liga Árabe, los consulados de Francia y España, la catedral du Sacre Coeur (que llaman "la iglesia española" porque está junto al consulado), la mezquita de Mohammed V, los edificios art-déco...

Puerto pesquero.
Hicimos una parada para subir a una de las Twin Towers, en cuyo piso 28º hay una cafetería desde la que se ve todo Casablanca. Contando con los suburbios, la ciudad es gigantesca, posiblemente mayor incluso que Madrid.




De todos modos, tampoco es un lugar que ofrezca muchas cosas que ver. Es más bien una ciudad comercial y centro de negocios, y si tenemos en cuenta que las calles no siempre están asfaltadas, tampoco apetece mucho pasear. Las zonas turísticas están en otra parte, como Marrakech o Fez. Pero eso será para otro viaje.

Descansando en la plaza de Mohammed V.


Plaza de Mohammed V.
Los marroquíes dan mucha importancia a la familia. Tanto hombres como mujeres están pendientes de los niños, allí donde hay un parque se ven adultos jugando o sacando a tomar el sol a sus pequeños. Por ejemplo, en la plaza de Mohammed V, dividida por la carretera. A un lado, niños, padres, palomas y vendedores de globos. Al otro, el memorial del rey.

Plaza de Mohammed V.

Cañones en la plaza de Mohammed V.
En la playa privada hay algunas cosas diferentes, como por ejemplo, el hecho de que varios metros a partir de la orilla están cerrados al público mediante una red. Bueno, más bien al revés: la red no permite el acceso al recinto privado si alguien se acercara desde la parte más cercana al mar. Al otro lado, filas de tumbonas y un bar al fondo. Se paga por la entrada y después por las consumiciones, es casi como ir a la discoteca (sobre todo porque la música está igual de alta), con algunos borrachillos dando tumbos por ahí. Los camareros sirven también comidas, y si apetece un helado, hay vendedores ambulantes que pasean por el otro lado de la red. La gente no se suele bañar en el mar, aunque algunos de los que venían con nosotras lo hicieron. Picamos algo allí, ligerito porque planeábamos una cena, y nos relajamos un poquito al sol.
Venían también además de nosotras dos, algunos amigos de Natacha: Sébastien, que vive cerca de ella y tiene familia española; Nadia, una francesa de origen marroquí, junto con su "amigo" Emmanuel y una amiga francesa de origen turco que ha venido a visitarla el fin de semana, como yo, y se llama Latifa.

Babaloo Beach.

Casablanca, 13 de junio de 2010.

Anoche fuimos a cenar a un restaurante construido en una fortificación antigua frente al mar, con sus cañones y sus murallas. Se llama Sqala y es frecuentado tanto por marroquíes como por extranjeros.

Sqala.


En la mesa estábamos, los de la playa, además de un argelino algo mayor que el resto, Reda.

En el restaurante no sirven alcohol, sólo agua, refrescos y cócteles de frutas. La cocina es tradicional marroquí. Pedimos, para compartir, saveurs du palais, que son surtidos de tapas de diversas cosas: zanahoria con agua de azahar, mejillones con una salsa con base de tomate, pimientos rojos y verdes asados, pulpo o calamar también en salsa, pepino en juliana muy fina y atún en vinagreta. Bueno, al menos éstas fueron las dos tablas que pedimos, en la carta había otras dos más diferentes.
Segundo plato: para mí, assiette du pêcheur, un surtido del mar. Un poco de salmón, dos langostinos, otro pescado que no puedo identificar, y calamar, todo a la plancha y acompañado de verduritas.
De postre, surtido de pasteles marroquíes: pastas con distintos rellenos, coberturas de frutos secos, muy dulces. El té, con menta y limón. Además, Nadia pidió una pastilla de leche y agua de azahar, algo así como una milhoja de crema, y le trajeron un plato gigantesco. La cena salió por 205 MAD por cabeza.

Después cogimos los coches y fuimos al otro lado de La Corniche (paseo marítimo), a una discoteca que es también restaurante a primeras horas de la noche.
Lo peor del local eran las prostitutas. Según Natacha, cada club tiene las suyas, y está permitido porque es una forma de ingresar más dinero para los locales. Son muy evidentes, podrían estar perfectamente en la calle Montera de Madrid.
La música era como en cualquier discoteca europea, mezclando hits de temporada, antiguos y música disco (también pusieron ritmos latinos), y la gente bailaba también igual que en Occidente.
Todas las consumiciones costaban 100 MAD, independientemente de si te tomas una copa o una cerveza. Yo pedí una Casablanca, que es una rubia con buen sabor, pero que pierde fuerza enseguida.
De todos modos, anoche la cosa  no estaba muy animada, y volvimos a casa temprano.

Y HOY...



Esta mañana fuimos a visitar la Mezquita de Hassan II. Hay unos horarios de visita para los tours guiados, nosotras fuimos al de las 11h. Nuestro guía hablaba casi simultáneamente español y portugués, aunque también se podía escoger la visita en francés, inglés o italiano. Incluso es posible que en algún otro idioma.

Mezquita de Hassan II




La mezquita es moderna, de 1993, si no me equivoco. Todo está construido con las últimas tecnologías: mecanismos para abrir y cerrar puertas y el techo, escaleras mecánicas para que las mujeres suban a la zona que tienen asignada, ascensores, sistemas de seguridad... pero todo camuflado entre la propia arquitectura del edificio.

En la parte de abajo hay unas termas: el hammam. Es la única mezquita que las tiene, porque la han ideado como un complejo para que los turistas vean diferentes aspectos culturales del país.

Hammam.
La entrada cuesta 120 MAD, la mitad si se es residente. Marruecos es muy tolerante, lo único que se pide es que se lleven los hombros cubiertos (no camisetas de tirantes) y en la zona destinada a la oración hay que descalzarse. En la taquilla te proporcionan una bolsa de plástico para que guardes tus zapatos durante la visita.

Restaurante "Les jardins de...?"

Después fuimos a comer a un restaurante al que queríamos haber ido ayer, pero estaba completo. A mí me gustó más la decoración que la del Sqala, porque quitando la construcción en sí no tenía apenas ornamentos.

Pastilla de poulet
El menú: pastilla de poulet, una especie de empanadilla rellena de carne de gallina y cubierta de azúcar y la canela más aromática que uno se imagine. De segundo, cous-cous de boeuf para mí y tagine de cordero para Natacha. El cous-cous era un plato bien grande, con zanahorias, patata, col, calabacín y cebolla caramelizada. El boeuf se quedó ahí, esperando a ser comido...

Cous-cous de boeuf
Otra vez té de menta y assortiment de pâtisseries para mí y pastilla dulce para Natacha. Cuando estábamos en los postres, llegaron Nadia y Latifa. Nadia vive en la calle que corta la del restaurante, les venía muy bien quedar allí. ¿Cómo se llamaba el restaurante? Les jardins de algo... tendré que buscarlo por Internet.

La cocina marroquí gusta de mezclar sabores, y es bastante habitual encontrar guisos salados aderezados con algo dulce como pasas, azúcar o canela. Utilizan bastante las especias, y como es costumbre en los países cuyas cocinas tienen un fuerte sabor, los dulces son extremadamente dulces (y sus tamaños pequeños.) Los guisos autóctonos son pesados y un poco grasientos, lo que hace más adecuado probarlos a la hora de la comida que de la cena.
Pastilla dulce

Tagine de cordero

Surtido de dulces

Pasamos por casa para asearnos y luego, al zoco del Quartier Habous, donde habñiamos quedado con las otras dos chicas. Es un barrio religioso, con una mezquita activa e incluso se puede ver a algún radical con su larga barba.

El zoco no estaba nada concurrido. Personalmente, no fue una visita que me agradara demasiado, porque se notaba que era algo dedicado al -escaso- turismo que llega a Casablanca. No tenía ningunas ganas de regatearcon los vendedores, y menos por productos que puedo encontrar en España a un precio muy similar.

Latifa sí que hizo varias compras: agua de rosas para la cara, azafrán de un color casi rosa y aceite de argán para cocinar en un puesto donde nos dieron a probar una almendra amarga... puaj! Lo único que me llamé, por 50 MAD, es un perfumero de cristal azul.Un pequeño recuerdo. Ah, y también compré, en una pastelería, medio kilo de los pequeños pasteles que comimos en los restaurantes, con un surtido infinitamente más amplio, por 160 MAD. Me sobran bastantes dirhams, y Natacha me ha dicho que en el duty free del aeropuerto sólo aceptan euros, total que no sé qué hacer con ellos.

Nadia (izda) y Latifa en el restaurante


El final de la tarde lo pasamos en casa, con una amiga española de Natacha que va con ella a clase de árabe y que trabaja en la Fundación Cervantes. Vino con su marido tangerino, un hombre muy agradable que habla un perfecto español. Ella se llama Aída y él, Abdellah (¿se escribirá así?) Fue muy divertido y, para mí, refrescante, poder hablar español durante un rato.

En definitiva, el viaje ha sido corto y poco revelador. Casa es la ciudad más abierta, cosmopolita y problablemente adinerada de Marruecos. Me ha gustado ver a Natacha después de tanto tiempo, aunque si vuelvo a este país espero ver cosas diferentes.

Lo más positivo: comprobar que el país vecino es mucho más tolerante con los extranjeros de lo que nosotros lo somos con ellos.

Lunes, 14 de junio de 2010.

GARE DE CASA-OASIS

Por supuesto, la vuelta tiene que ser mucho más pintoresca que la estancia: Natacha trabaja y tengo que volver sola. El vuelo sale a las 14h, y como hay que coger un taxi a la estación y luego el tren, he salido a las 10,30h de casa. El tren más adecuado es el de las 11.16h.

Voy hacia el Twin Center en busca de un taxi. Aquí la gente los comparte, conque cuando para uno hay que preguntarle al taxista si va en la dirección que nos interesa, y así hasta dar con el que diga que sí.  Sólo me ha costado dos taxis, y además la mujer que iba en el mío se bajó enseguida.

El conductor apenas hablaba francés, pero eso no le impidió preguntarme si soy americana (¡!), si trabajo aquí, si estoy casada, si viajo sola y si voy a Marrakech. El trayecto fueron 15,5 MAD, le di un billete de 20 y le dije que se quedara con el cambio. Total, a ver qué hago con montones de moneditas.

El billete me ha costado 40 MAD, porque no le he dicho nada al de la taquilla y me lo ha dado de 2ª clase. Bueno, qué más da.

Ahora son las 11. Me queda un ratito de espera.

En cuanto a la s particularidades del país, me temo que en Casa no he podido ver muchas (aunque de por sí, el mero hecho de conocer esta ciudad tan europeizada ya es algo curioso.) Mucha gente camina por las carreteras, porque están bien asfaltadas y las aceras están hechas un asco. Cada vez que vas a aparcar, aparece un individuo que te dice dónde hay un hueco, te "ayuda" a aparcar y a salir (y tú invirtiendo en sacarte el carnet de conducir...) y se supone que te cuida el coche, aunque en realidad los ladrones no se dedican a esta especialidad, sino más bien a los bolsos directamente. Pues bien, estos señores que hacen de vigilates se sacan una licencia para ejercer como tales, y no se les da la voluntas, sino 2 MAD como tarifa establecida. Lo que Natacha no ha sabido decirme es si cobran además un sueldo del Estado o si sólo viven del dinero que recaudan.

En general, cuando me dirijo a la gente, en lugar de contestarme en francés lo hacen en inglés. Parece ser que, como notan el acento diferente y me ven tan rubia, piensan que soy inglesa o americana y tratan de hablarme en mi idioma. Eso está muy bien, aunque yo pensaba encontrar más gente que hablara español. Será en el Norte, seguramente. Lo que no comprendo es que, cuando les digo que no soy inglesa, sino española, tratan de seguir hablándome en inglés. En fin.

El tren llega con un par de minutos de retraso. No importa, voy con tiempo de sobra y no tengo que facturar. Además, el aeropuerto es pequeño, la terminal 2 está pegada a la 1 y no creo que tarde mucho en encontrar el mostrador de Iberia.

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En el aeropuerto he hecho el check-in on line, lo único que me ha costado más es encontrar el papel que hay que rellenar para la aduana. Otra aventura que termina felizmente. À bientôt, Maroc!

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