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Cosas de Londres

No puedo situar los días exactos, pero sí que puedo hacer recopilación de algunas de las cosas que hice y vi durante el mes de enero de 2005.

Recuerdo que llegué un día en el que sorprendentemente no hacía demasiado frío. Llevaba un billete de ida sacado con la joven compañía low cost Ryanair, cuando todavía te dejaban facturar gratuitamente hasta 20 kg. El vuelo estaba tirado de precio, lo malo es que llega a Stansted, que está lejísimos de Londres. Bueno, en realidad casi todos los aeropuertos están muy lejos, pero especialmente el trayecto desde aquí se me hizo eterno.

Tomé un autobús de Terravision por 8 libras, que me dejó en Victoria. El conductor iba a toda mecha y hubo tramos en los que pasé auténtico miedo. Además, fue como una hora de recorrido, con mi maletaza allí en medio porque no se podía usar el maletero. Un horror.

Interior de un taxi londinense.
Mi maleta pesaba un quintal y no era nada práctico coger el metro. Hubiera sido mejor llevar dos maletas pequeñas, pero de eso se da uno cuenta después. Total, que en Victoria decidí coger uno de los famosos taxis negros, a pesar de que es archiconocido lo caro de sus tarifas.

El conductor del taxi se parecía muchísimo al granjero de "Babe, el cerdito valiente", y me resultó entrañable desde el principio. Yo estaba muy asustada por el cambio, y porque la ciudad es mucho mayor que Madrid y no tenía claro nada, y este señor lo debió notar enseguida porque se puso a darme conversación y a tranquilizarme.
El taxi tiene un asiento plegable, como los de los autobuses, en el que me indicó que me sentara. de este modo, aunque viajaba de espaldas, la ventanilla que comunica con el conductor me quedaba al lado y podríamos hablar.
Le di la dirección en Earl's Court del hostel en el que había reservado por internet, y como él no lo conocía, me llevó a la puerta (que por cierto, estaba bien escondida) y una vez allí me dijo que entrara a mirar y, si me gustaba, entonces podría volver a por la maleta. Él desconfiaba del lugar. Y así lo hice, aunque pensando que había dejado todas mis pertenencias en el taxi, y nunca se sabe.

Lástima no recordar el nombre del hostel para recomendar que nadie vaya. No sabían ni que se podía reservar por internet. Estaba sucio y la gente me miraba de arriba abajo. Salí con una sensación horrible, y afortunadamente, el taxista me estaba esperando.

No tenía ni idea de qué hacer, sólo sabía que no quería estar allí. El pobre hombre vio clarísimo mi disgusto y se ofreció a llevarme a algún hostel por la zona que fuera de confianza. Me dijo que no me preocupara, que paraba el taxímetro y que sólo me cobraría 20 libras. Y se puso a dar vueltas hasta llegar al albergue de la WMCA. En esta ocasión me dejó en el taxi y entró él a preguntar, pero volvió pronto diciendo que estaba completo.

YHA Hostel en Earl's Court.
En la calle de al lado conocía otro albergue, uno de Hostelling International. Volvió a entrar, no sin antes regalarme una manzana verdísima y reluciente... me daban ganas de llorar. En esta ocasión sí que había hueco para mí, pero aún así me dijo que entrara y que me quedara sólo si me parecía bien. Si no, buscaríamos otro. Un amor de hombre.
En la recepción había un chico de Madrid que me lo explicó todo y me tranquilizó bastante ver que el ambiente era muy normal, el sitio parecía seguro. Salí a por mi maleta y a agradecerle todo al taxista, que me dio un abrazo y me dijo que, sobre todo, hablara siempre despacio para que todo el mundo me entendiera, que no hiciera como los chicos de ahora que se comen todas las letras. No me olvidaré jamás de este hombre.

El albergue es el YHA de Earl's Court, 38 Bolton Gardens SW50AQ London. No recuerdo cuánto costaba la estancia, pero era bastante caro (no comparado con otros albergues, sino con España), aunque incluía el desayuno: un paquete que había que recoger en recepción a partir de las 7 de la mañana.

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