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MILÁN Y BÉRGAMO

TIPS DE VIAJE

GUÍA

Lonely Planet: "Milán de cerca", Donna Wheeler, 2009.
Guía Viva ed. Anaya Touring: "Milán", Iñaki Gómez, 2011.
Ambos mapas se quedan muy cortos, son de poco más que el centro.

CUÁNDO VIAJAR

Pues no cuando voy yo. En Milán hace frío de verdad en invierno y calor de morir en verano. Quizá mayo sea un mes más adecuado.
En septiembre hay un festival de cine, para los interesados.

DÓNDE ALOJARSE

**ATENCIÓN** El hotel estaba cerrado cuando llegué, y ni HostelsClub ni la dueña  me avisaron ni se hicieron cargo del importe abonado por adelantado!!

He escogido el Hotel Marlene, reservando por HostelsClub.com. Cobran 2 euros por hacer la reserva, y se paga un 10% por adelantado de los 25 euros por noche en habitación individual, con baño propio por supuesto. Es lo único que le pido a un hotel. Se encuentra en la Città Studi, a 10 minutos del centro... aunque en el plano parece más lejos.

HOTEL MARLENE
Via Carlo Goldoni, 84 2ª planta- Milan, Italia.
Teléfono.: +39 02 70006628
Fax: +39 02 7389057

Al final, me hospedé en el "hotel" de la planta de arriba (creo que en Milán llaman hotel a cualquier hostal o pensión y dar lugar a crasos errores), absolutamente nada recomendable. Sin ir más lejos, apenas hablaban inglés...

HOTEL ROYAL
Via Carlo Godoni, 84 3ª planta

No dejo más datos. No vayáis.



QUÉ VER

Pues el Duomo, claro está. Por dentro no es muy espectacular, pero dan la opción de subir al tejado, previo pago, claro, y es una buena experiencia.

"La Última Cena" de Da Vinci. Merecen la pena esos 15 minutos de reloj. Yo tuve suerte y reservé con muy poca antelación, pero se recomiendan 2 meses.

Cenar y tomarse una copa por Brera. Es la zona más bonita de Milán.

Jueves, 7 de marzo de 2013. Madrid.

Momento ideal para hacer una de esas cosas que siempre se dejan para otro momento: hacer un viaje corto de fin de semana a un país cercano. Parece mentira, pero aún no conozco nada de Italia, y con los precios que hay ahora, siendo temporada baja, pues la ocasión la pintan calva. Mañana estaré en Milán.

Paradójicamente, voy a hacer un viaje lo más budget posible a una de las ciudades más caras del país de la bota. El vuelo, ida y vuelta, me ha salido por 88 euros. El hotel, por solo 25 euros la noche, en habitación individual, no excesivamente lejos del Quadrilatero d'Oro (al menos, según el mapa). Como material, me llevo la Lonely Planet de la ciudad, y una guía también monopolita que me ha regalado una de mis alumnas de pilates. Un solete.

Mi amiga Leigh me ha puesto en contacto con un milanés amigo suyo, Maurizio, y quizá nos encontremos por allí. Si no, sin problema. Se trata de un viaje de relax, a quitarse de encima el peso de los últimos meses de mudanzas, cambios de trabajo y, en fin, de vida.

Las ventajas de viajar en temporada baja no son solo inherentes a los precios, sino también a la disponibilidad. Reservé con dos semanas de antelación, y aun así he podido comprar mi entrada para ver "La Última Cena", cuando suelen recomendar hacerlo con un par de meses de previsión.

En Madrid lleva lloviendo (y nevando) la semana pasada y también ésta, y el tiempo en Milán tiene pinta de ser muy parecido, por lo que he podido averiguar en Internet. Llevaré un paraguas en el bolso. Espero que no me estropee mucho el viaje.

De momento, aprovechando que el vuelo llega a Bérgamo, me pasaré por allí para verlo también. Por lo visto, está solo a 6 km de Milán, y como llego a las 9:45 al aeropuerto y voy sin facturar (marca de la casa), podré ir a dar una vuelta e incluso comer allí antes de tomar el tren a Milán y estar a tiempo para ver a Maurizio a la hora del aperitivo, como me ha dicho.

Para la vuelta, desde Milán al aeropuerto hay unos tres cuartos de hora según Google, y a 55 minutos según la web de Terravisiónn. Si saco ahora el ticket de ida online, me sale por 5 euros. No quiero que me pase lo mismo que en Bélgica, conque creo que será lo más adecuado. El bus que me deja mejor es el de las 10:10, con llegada a las 11:05. Cierran las puertas a las 12:05, y el siguiente bus me dejaría a las 11:45... demasiado justo. Compro.

Viernes, 8 de marzo de 2013

Aeropuerto T1

¡Apenas he dormido pensando en el viaje! Hace casi un año que no cojo un avión, y el cuerpo ya va pidiendo guerra.

Al final, apenas he buscado información sobre Bérgamo (nota posterior: craso error, si el tiempo hubiera sido mejor y hubiera estado informada, seguro que me hubiera gustado). Va a tocar sorpresa.

He contactado con Maurizio, y esta noche saldremos a tomar el aperitivo. Dice que la cosa empieza sobre las 19h, y que una buena zona es la del metro Cadorna. Le llamaré cuando llegue al hotel.

En el avión

Son las 9,30, acabo de sentarme. En principio, vamos bien de tiempo.
La espera para entrar al avión ha sido insufrible. Un grupo de 7 criaturas, 7, gordos, bajos, con gafas o feos - uno o varios de estos adjetivos a la vez para cada uno- que se dirigen a Milán para jugar una superpartida de rol, se han pasado cuarenta minutos contándose sus -improbables- hazañas sexuales en las que, curiosamente, ellos siempre rechazaban a la mujer, que en principio es siempre una tipa espectacular. Parecía una sitcom americana.

En la Lonely Planet hay una breve reseña sobre Bérgamo. La Città Alta es el casco antiguo medieval, que en principio es lo que hay que ver.

Creo que lo indicado es coger el autobús de ATB desde el aeropuerto hasta el funicular, entonces subir a la Città Alta y quizá bajar desde allí en el autobñus 1 (según la guía) hasta la estación de tren para ir a Milán.

Vamos a despegar. Ryair está haciendo tanto recortes que los tripulantes de cabina no hacen ni las demostraciones de seguridad... aunque la grabación dice "colóquese la mascarilla como muestra la tripulación" ... se está perdiendo un clásico.

BÉRGAMO

Llueve en Italia. A las 11:20 ya estaba saliendo del aeropuerto, que es minúsculo, y justo enfrente está la parada del ATB a Bérgamo. Sale cada 15 minutos, el mío toca a las 11:25h. En la misma marquesina está la máquina para comprar el ticket por 2,10€. Se entra al bus por cualquiera de las tres puertas y se convalida en una de las máquinas.

Porta Nuova
El autobús tarda menos de diez minutos en llegar a la última parada, que no es Città Alta, como vi en la web de ATB, sino Porta Nuova. Me doy una vueltecita por la parte baja de Bérgamo, que tiene diversas construcciones curiosas, pero que aún así, se ve bastante deslucida.

Cojo el autobús de la línea 1 hasta la Città Alta, validando el mismo ticket que compré en el aeropuerto. Tengo 90 minutos para usarlo.

La carretera que sube hasta la parte antigua bordea la murallade lo que debió ser la antigua ciudad medieval. La entrada, a través de puertas de piedra, me recuerda mucho a Toledo.

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Bérgamo es solitario y triste, sobre todo con esta niebla y esta lluvia. La Città Alta también. Creo que hay un castillo, y que para acceder hay que coger el funicular, pero por lo visto el último es a las 12:45 y después se reanuda el servicio a las 15h. Es la una y media, no me está gustando la visita, tengo algo de hambre; además está a punto de caducarse el billete, conque aprovecho para bajar de nuevo.

Estoy segura de que con sol ganaría mucho, el caso es que lo que yo he visto no me motiva lo suficiente para quedarme más. He visto que está la casa natal de Donizetti en alguna callecita, una iglesia y poco más.

Lo más bonito es el camino que hace el autobús: las hiedras que crecen en la muralla se han podado formando cisnes y corazones.

Llego a Porta Nuova y busco desesperadamente un supermercado donde comprar algo para comer por el camino. He visto un Carrefour desde el bus, pero está bastante lejos. En mi profunda ignorancia, dy vueltas y más vueltas y no encuentro ni uno. Al final, acabo por comprar una especie de torta con rodajas de patata y queso fundido por encima (2€) en una panadería-cafetería cercana a la zona de tiendas.

Paso por la calle peatonal de compras, con básicamente las mismas tiendas que en España. Ligeramente más concurrida que el resto, pero tampoco es que haya una caterva de gente. Ni supermercado. Decido ir directamente a las estación, no sin antes acabar de rematar la comida con un maravilloso helado artesanal de 3 sabores (cono mediano, 2,50€) que me pone más contenta.

El tren para Milán sale a las 15,02, y calculo una hora hasta la Stazione Centrale. La cuestión será cómo llegar al hotel desde allí, porque no me han dado muchas indicaciones. (Nuevamente HostelsClub metiendo la pataza.)

MILÁN

Stazione Centrale
El tren ha tardado 55 minutos en llegar a una Stazione Centrale inmensa, antigua, llena de tiendas de firma. Para acceder al metro hay que salir del todo, y enseguida se ve la entrada. En él hay un único tramo de escaleras provisto de una cinta transportadora... para las maletas. Los peatones, a hacer pierna.

Para sacar el ticket hay máquinas expendedoras custodiadas por diversos pobres, más o menos tocando a dos máquinas cada uno. Te ayudan a sacar el ticket, aunque hay idiomas disponibles en la máquina, y luego te piden unas monedas. El mío era majete y se llevó 70 cts.

Por todas partes veo indigentes vendiendo mimosas. Es muy raro, tantos juntos y vendiendo estas flores.

Rápidamente llego al Duomo, en este metro tan corto en estaciones y tan antiguo en sus máquinas.

El Duomo por fuera es impresionante, tanta belleza en piedra clara. No es la catedral más bonita que he visto, aunque es muy hermosa. Tengo que entrar, pero no hoy. Será mejor que espera a mañana, a ver si hay suerte y deja de llover aunque sea un rato.

En cuanto me ven haciendo fotos por la plaza, unos chicos senegaleses me quitan el paraguas y me ponen granos de maíz en las manos. Se llevan mi cámara de fotos mientras las palomas se me suben por todas partes. Afortunadamente,lo que quieren es hacerme fotos para pedirme pasta después, y no llevarse mi cámara. Tuve que cortar la sesión, era una locura de mil fotos y yo ni siquiera las quería. Encima, el primer chico que se me acercó, al pedirme la propina me enseñó un billete de 5€, me dijo que le diera 10 y que me cambiaba. Me sentí igual de imbécil que cuando aquél chaval gambiano nos quiso vender el paquete de caramelos para tirárselos a los niños. Yo iba a darle un euro, pero en vista del percal le dije que no le daba nada y me fui. Como me seguía, le dije en francés que llamaría a la policía, y al poco se largó.

Seguí andando para llegar a mi hotel. ¡Está lejísimos! No parecía tantísimo en el mapa. La zona no está muy concurrida, pero tampoco parece mala. ¡Encuentro un super! Compro manzanas, agua y yogures (que vienen en pack de 2, son Vitalínea "Vitasnella" de cereza, cuesta 1€ y es lo único que veo que no hay en España) y sigo buscando el hotel.

Llego al portal. Esto es más bien una pensión en el 2º piso, y hay otro "hotel" supuestamente de *** en el 3º. Cuando llego a la puerta, ¡está cerrada! Y hay un cartel que dice que abrirá mañana. Intento llamar al número que dejan... y mi móvil no funciona. Subo al hotel de arriba, 50€ la noche. El doble. Dios. Bajo a hablar con el conserje. Le pregunto si sabe algo. Entonces llega Marlene, una cubana, le digo lo que ocurre y me dice que ella avisó a la agencia. ¿Qué agencia? Le digo que me busque una solución, me grita, me dice que me largue si quiero o que espere, que me busca otro hotel y me paga la diferencia. Me va a dar algo. me hace esperarla arriba, mientras habla con el conserje. Subo a otro hotel a preguntar si puedo usar el teléfono. Llamo a Maurizio, no contesta. Bajo al 2º. Creo que voy a llorar. Llega Marlene. me hace subir de nuevo, pago 50€ en total y ella pone los 30 que faltan (sin contar con lo que pagué por adelantado, que según ella va para la agencia...) y me dan una habitación. Ambas nos disculpamos. Me dice que tiene un problema con la electricidad y que lleva días así sin conseguir que se lo arreglen. Se le saltan las lágrimas, así que le doy un abrazo que parece necesitar mucho, porque me agarra fuerte. Al fin se va. Apago y enciendo el móvil y al fin funciona. Envío un sms a Maurizio y tiene pinta de que por fin vamos a vernos en Cadorna a las 19,30h. Me va a dar algo.

BHANGRA BAR

Bhangra Bar
Llegué un poco pronto a Cadorna. Desde el hotel, en la calle de detrás, cogí el autobús 54 (también sirve el 61) hasta San Babila, y de ahí, el metro. Maurizio llegó puntual, es un chico muy abierto y agradable, además de elegante como se espera de un buen milanés.

Tuvimos que andar un rato para llegar hasta aquí, y esperar 5 minutillos para sentarnos. hoy llueve y no está demasiado lleno, pero según él, esta zona está habitualmente hasta arriba incluso en la calle. 

Arco della Pace
Al lado está el Arco della Pace, en un extremo del Parco Sempione. Este área es amplia y seguro que durante el día también es agradable para pasear.

Pido un cocktail coco-dream y él uno lleno de frutas. El buffet es amplísimo, en la entrada. Se paga por la bebida, y puedes servirte todo lo que quieras. Maurizio fue por algo para los dos, y luego volví, y él también, y así sucesivamente.

Hemos pasado por el Castello Sforzesco, hasta el Duomo y la Galleria Vittorio Emmanuele y luego nos hemos venido a Brera a una cafetería famosa por sus crêpes (CAFFÉ VECCHIA BRERA,Via dell'Orso, 20). Nos tomamos un sencillo té y una mentapoleo y nos cobraron 5 euros por cada. Increíble.

Vecchia Brera.


Después caminamos hasta San Babila, yo cogí un taxi hasta el hotel y Maurizio se fue en el metro. La bajada de bandera son 6,20€. Sí que es cara esta ciudad. La carrera total me sale por 10€.

Ahora son las 23:45h y estoy en pijama, con los pies hinchados y doloridos y escuchando de fondo "Pánico en el túnel" doblada al italiano. Plan para mañana: por la mañana, entrar en el Duomo. Ver La Scala y puede que el Palazzo Reale. A las 15.15, "La última cena".

Sábado, 9 de marzo de 2013

Me he despertado temprano, he metido mis cosas en el armario y en el baño y he bajado a la recepción. El empleado indio de anoche me dice que hay un problema y que me tienen que cambiar de habitación. Por lo visto, alguien había reservado la habitación donde yo estaba. Mi idea es no regresar hasta la noche, y acabo de colocar mis cosas dispersas por toooodas partes para poder llevarme el bolso (no suelo viajar con maleta, me llevo un bolsazo y listo)... y ahora... esto es increíble. He tenido que subir y meter todas mis cosas en una bolsa de plástico para que la de la limpieza se las lleve. Me largo sin desayunar porque no quiero cabrearme más.

En la esquina hay un supermercado, compro algo de fruta y un poco de fiambre de pollo (esto es carísimo aquí: no menos de 2€/100g) y cojo el 61 hasta San Babila.

Entro en el Duomo. Para poder hacer fotos en el interior, hay que comprar un brazalete como los de los festivales por 2€. Realmente no tiene nada de especial, comparado con otras catedrales barrocas. Lo bueno está por fuera: en la parte trasera izquierda se adquieren los tickets para subir al tejado, bien a pie (7€) o en ascensor (12€). Yo ya vivo en un 5º y me toca patear a diario. Ascensor que te crío.




Hay turistas españoles, japoneses, chinos y franceses, pero no demasiados. No llueve, menos mal, porque ahí arriba resbala muchísimo. La mejor parte es el frontal, además se ve la Piazza del Duomo, y el Palazzo Reale desde el lateral.  Hay multitud de pequeñas estatuas por todas partes, muchas de ellas esculpidas en caprichosas poses, y se ven las gárgolas y las salidas de aguas bajo las agujas.

Bajo. Me dirijo a la Galleria Vittorio Emanuel para pisar cierta parte de cierto toro (dicen que entonces, volveré a Milán... aunque no es que me muera por ello).








Cruzo el centro comercial y llego a la plaza que vi anoche con Maurizio, que tiene una efigie de Leonardo da Vinci. Y resulta que es la Piazza della Scala, donde estoy sentada ahora mismo. El edificio del teatro pasa desapercibido hasta que uno se fija en los carteles. Es pequeño y amarillento. Y feo.

Scala de Milán.

Dos señoras españolas me piden que les saque una foto, y charlamos un rato. Llevan tres días aquí, y lloviendo sin parar hasta hoy. Esperemos que aguante.


Torre Velasca.
Voy buscando la Torre Velasca, andando hasta Missori. Sigo las indicaciones del mapa, pero me paso. Vuelvo atrás. Tampoco. Última vez: nada. Vuelvo a Missori para coger el metro e ir a Montenapoleone, al Quadrilatero d'Oro, y entonces me doy cuenta de que, en esa misma plaza, se alza un edificio en el que, si te fijas mucho, percibes que tiene unos arbotantes diferentes. Me dio la risa. Vaya con la Torre Velasca.

Dos paradas de metro a Montenapoleone. Lo primero que hago es entrar al primer bar que veo, el Emporio Armani Caffé. Tiene una terraza acristalada dog friendly. Los camareros hablan inglés: pido un Armani caffé con crema de leche y cacao y un muffin de arándanos, porque la cocina no estaba abierta todavía. Voy al baño más oscuro que he visto jamás. Aun con la luz encedida, la visibilidad es bastante reducida. La cisterna es un pedal circular que sale de la pared. Eso sí, huele muy bien.

Lástima, el nombre del establecimiento sale al revés...


Cuando bajo, todavía no tengo ni el café ni nada. Llevo quince minutos aquí, y no me sirven. Esperaré cinco minutos más, y si no me traen lo mío, me voy.

Bien, por fin llega una camarera con un café precioso y una magdalena que parece casera. El café va acompañado de una pasta y una pieza de chocolate. A ver lo que me clavan, porque no he visto el precio de la magdalena en la carta.


Fauna del Caffé Emporio Armani.
Hay una señora con abrigo de piel corto con capucha, gafas de sol en un día gris e hija quinceañera vestida de muñeca acompañándola, que está haciendo fotos desde fuera. Le pido que me haga una, y muy preocupada me dice que el cartel de Emporio Armani va a salir al revés... luego sale a fumar con su copa de vino en la mano... enfrente tengo a otra mujer sesentona con el pelo teñido de naranja fluorescente, que pide lo que yo me estoy tomando mientras me señala con el dedo. .. interesante fauna. Y creo que he salido en unas mil fotos de turistas retratando el bar.

La una menos cuarto. Es hora de irse a dar una vuelta por aquí antes de ir a la cita con "Il Cenacolo". la cuenta: 6€ (2,5 del muffin y 3,5 del café... esperaba que fuera más caro.)

Antes de nada, entro en la galería Rinascenti, porque he visto que Dolce and Gabbana tienen línea de maquillaje, y aún no ha llegado a España. Me atiende un chico muy amable y muy vendedor, que me prueba dos barras de labios, una beige y una rosa. Adjudicadas las dos. 30,50€/u.

Ah, por cierto, el Quadrilatero d'Oro son un puñado de calles estrechas, bien feas, llenas de tiendas carísimas y con sus correspondientes mendigos. Mucho más bonita y agradable es la Milla de Oro de Madrid, mi antiguo barrio.

Entro en una de las famosas pasticcerias frente a Rinascenti, Le Tre Gazzelle, porque el muffin era más bien escaso para comer, y me compro una especie de bollo de canela con una yema en el centro (1,5€), cuando recuerdo que, dentro de una galería, había visto la tienda de Dimensione Danza. Allá voy.

Es, por supuesto, carísima. Pregunto si tienen punteras de contemporáneo. Me enseñan unas muy curiosas para danza africana, pero no hay mi número. Pregunto por unas bolsas para las zapatillas, pero solo hay una gris muy fea. Me voy sin nada.

Tomo el metro hasta Cadorna, me dirijo hacia el Corso Magenta. Aún es temprano, conque no estaría mal sentarse un rato. Veo el famoso Bar Magenta. Resulta que está hasta arriba, con la música de Jennifer López a topea las dos y media de la tarde. Solo hay sitio en la terraza, y creo que va a llover. A otra parte.


Localizo la Chiesa di Santa Maria delle Grazie, justo al lado está la etrada para ver "Il Cenacolo". Tengo media hora, así que me meto en el bar de enfrente, Caffé Le Grazie, donde un camarero un poco chulillo me pone un capuccio, que todavíano me he tomado ninguno. Voy al baño, solo hay uno y con un retrete, que está asqueroso. Eso sí, el café es absolutamente delicioso (3€.)

Sta Maria delle Grazie.
Hay cola para entrar, porque mucha gente no ha reservado su entrada previamente y esperan que alguien falle... sin éxito. Cuando todo el grupo está completo, nos conducen a través del patio a una puerta que se abre tras una corta espera. Pasamos a un corredor donde hay que esperar de nuevo a que se abran las puertas. Esto parece la entrada a la cámara de un banco.

En cuanto sale el grupo anterior entramos nosotros. Está severamente prohibido hacer fotografías, aunque todo el mundo las hace a escondidas. Las guías/azafatas/personal de seguridad llaman la atención a varias personas... también sin éxito.


El fresco es grande, se ve bastante mal porque la tarea de conservación debe ser muy complicada. La última vez que lo restauraron fue en 1999. Los colores están ya muy disueltos. Pero es hermoso.


De izquierda a derecha, aparecen Bartolomé, Santiago el Menor, Andrés, Judas Iscariote, Pedro, Juan, Jesús, Tomás, Santiago el Mayor, Felipe, Mateo, Judas Tadeo y Simón. Juan parece absolutamente María Magdalena,no me sorprende que haya controversia.

Al otro lado del refectorio hay otro mural, "La Crucifixión" de Giovanni Donato da Montorfano, fechado en la misma época en la que Leonardo pintaba "La Última Cena" (1495.)´

Una locución nos echa a los 15 minutos exactos. No se abren puertas nuevamente hasta que todos están reunidos y esperando impacientes.
Interior de la iglesia.

Entro en la pequeña iglesia de Sta Maria delle Grazie, que es modesta en tamaño pero muy bonita por dentro. La entrada es gratuita, solo que no puede visitarse cuando hay servicio.

Voy andando hasta Cadorna bajo la sempiterna lluvia. El Castello Sforzesco está justo del otro ladoy es allí donde me dirijo. Cuando estoy entrando, Maurizio me envía un SMS para quedar de nuevo para la cena, a las 19,30h, en el Duomo. Perfecto.

Castello Sforzesco.
El Castello Sforzesco es ahora un variopinto complejo de exposiciones que comprende un museo de arte antiguo, uno del mueble, de instrumentos musicales, y salas para itinerantes. A las cinco cierran, cuando aún me falta por ver la de instrumentos y otra más... el resto ha estado francamente bien, aunque la distribución de las diferentes exposiciones me ha resultado singular, en especial la del mueble.

Pietá Rondanini.
En el Museo de Arte Antiguo se puede ver la Pietà Rondanini de Michelangelo, al final de todo, detrás de un muro arqueado. Es una pieza en mármol, última del artista, en la que trabajó seis días antes de su fallecimiento.


Mokaccino & cannoncino.
Salgo del castillo por el Parco Sempione, donde hay una feria con norias y caballitos. Al fondo, el Arco della Pace. Y una está ya reventada de andar desde las ocho de la mañana. Doy la vuelta al castillo, encontrando frente a la entrada principal la plaza Cairoli, con su estatua ecuestre y una magnífica fuente entre ésta y el Castello. En una esquinita, el Van Bol & Feste (via Feró Buonaparte, 71- Largo Cairoli), que viene a ser el café elegido para parar un ratillo. Las camareras son muy desagradables, lentas, malencaradas. No dan vasos de agua con la consumición, hay que pedir la botella entera. Piso un mokaccino (café, chocolate y nata montada) y un cannoncino (masa hojaldrada rellena de crema), 3'30 y 2'50€ respectivamente. hoy estoy haciendo una dieta estupenda. Me he pedido cosas con tamaños reducidos, porque llena sí que estoy, aunque necesito descansar. Llueve muchísimo ahora mismo.

Cairoli y castello.

Tengo una hora y media antes de encontrarme con Maurizio, pero no sé qué hacer. Mi cabeza no da para más museos y lo único que me falta por ver de lo que quería es Navigli, aunque según la Lonely Planet no hay gran cosa quitando los bares nocturnos.

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Finalmente cogí el metro a Duomo y me dediqué a ir de tiendas. Compré una camiseta de algodón en Brandy Melville (via Cesare Beccaria, 5) por 19€. Luego entré en el centro comercial Excelsior porque quería asearme en el baño después de todo el día por ahí. Se nota que es un espacio de lujo, a los lados del grifo -automático- había jabón y crema de manos incluso. También automático.
Insalatone fantasia.

A la hora convenida, me encontré con Maurizio en la puerta del Duomo. Me llevó a cenar a un sitio pequeño, aunque llenísimo, al que suele ir, se llama Antiche Cibarie sulla Strada. Pido una insalatone fantasia con melón, naranja sanguina, mozzarella, brie, rúcola, lechuga, berenjena, pimiento y calabacín asados y tomate, gigantesca. Él, penne arrabiata, con unas guindillas rojísimas. Cerveza y vino, 32€ en total.



Después me llevó a Brera, una zona que apenas pude ver ayer. Por aquí hay bares y restaurantes, está todo muy animado y resulta agradable pasear. Entramos a tomar café en una heladería que se llama Amori, y yo por supuesto me pido un helado de mango, bacio y pistacho (3,50€ el mediano), que el camarero me entrega con forma de flor. La velada termina con un paseo por este barrio, y tras dejar a Maurizio en el metro Duomo, regreso al hotel a pie.

La habitación que me han dado es enana. La televisión no funciona, aunque tampoco es que me moleste mucho. Es ya tarde y no voy a decir nada en recepción, solo quiero que llegue mañana para volver a casa. Espero que no esté lloviendo en Madrid también.

Domingo, 10 de marzo de 2013.

Me levanto bien temprano y quiero largarme del hotel. Me dieron los mandos del televisor, conque al haer el check out se los devuelvo al recepcionista, indicándole que no funcionan. Me informa de que Milán tiene una tasa para turistas y que tengo que pagar otros 6 euros ahora. No lo he leído en ninguna parte... aunque sé que existe por ejemplo en Bruselas... la cuestión es que, con el ajetreo de la llegada, no me había dado cuenta de que habían retenido mi DNI todo este tiempo, y el recepcionista me amenazó con no devolvérmelo si no le pagaba. Ese hombre no ha oído más tacos juntos en su vida. Le dije absolutamente de todo y me largué, sin recibos y sin nada. No quiero pasarme la mañana de mal humor.

El 61 tarda mil años en llegar, y el metro otros mil. Hice bien en salir pronto, así voy más tranquila. o todo lo tranquila que te dejan ir unos energúmenos latinoamericanos, borrachos perdidos, discutiendo en el vagón de metro a puntito de darse una paliza por que le han dicho a uno de ellos que pegó a su hermano, y no le ha gustado nada el comentario.

A la derecha de la estación de tren están los autobuses para ir a los diferentes aeropuertos. Increíble pero cierto, la chica del punto de Terravision es muy amable - y tiene ganas de practicar su inglés- y me dice que puedo coger cualquiera, aunque haya reservado para el de las 10,10h.Voy a hacerle case y coger el de las 09.10h, porque realmente no me apetece nada seguir en Milán.

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Apenas hay cola para pasar los controles.Tengo casi dos horas hasta embarcar. Me sentaré a desayunar en algún sitio y así daré por finalizada esta accidentada visita. No siempre los viajes salen redondos.

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