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El ashram de Amma

7 de septiembre de 2006. Amritapuri, Kollam


Anoche, cuando llegamos al aeropuerto de Kochi, un taxista del ashram nos esperaba con una furgoneta para traernos a Amritapuri. Fueron tres horas de carretera rascando pintura, porque el conductor -como todos los conductores de India- iba a toda pastilla y esquivando a los demás coches a muy poca distancia. Total, que no pegamos ojo en todo el trayecto, de puro miedito. Llegamos a la aldea mientras amanecía, así que fue un espectáculo precioso. Por un lado, el mar Arábigo. Por otro, palmerales y los famosos backwaters por los que uno puede viajar (lo hemos previsto para pasado mañana.) Las casas son de una planta, cuadradas y de colores claros por lo general. Aunque era muy temprano, durante todo el camino vimos muchos hombres por las calles, y llegando al ashram empezamos a ver mujeres también, imagino que salen con el sol.


El ashram es muy grande y muy bonito. Lo forman diversos edificios que Amma ha ido construyendo alrededor de la casa de sus padres, y ahora hay un templo dedicado a Kali en la entrada, una zona habilitada para cantar los bhajans y hacer el arati por las tardes, y también para comer, tres edificios muy altos para acoger a devotos y visitantes y varias instalaciones para establos de vacas, cantinas, etc. El templo de Kali es muy colorido, porque además del rosa suave que tiñe todos los edificios, las figuras que adornan la fachada -entre ellas, el carro de Krishna - muestran gran variedad cromática.


Sin dormir, nos inscribimos en la oficina de extranjeros, donde nos atendió un chico americano muy agradable, que ya conocía a Coco,  nos dio las habitaciones y nos llevó al cuarto de donde tomamos un par de sábanas. Nos duchamos y bajamos a conocer el lugar.


Antes de seguir, quiero aclarar que el ashram es un lugar sagrado y no se permiten las fotografías, así que considero más oportuno dejar un link para el que esté interesado en verlo y también en la filosofía de mi gurúMata Amritanandamayi Devi .


Quisimos cambiar dinero en el banco, pero hoy es festivo y no abre. Así que tampoco pude hacerme con un sari ni nada de nada (ya estoy con los disfraces, pero bueno, a donde fueres... y no llevaba más ropa que la puesta.) Para desayunar, Coco y Sergio hicieron cola con los indios de la aldea que vienen a comer su arroz con verduras; el que puede, paga, y el que no, pues nada, aunque suele pagar todo el mundo. A los huéspedes se les incluye con el precio del alojamiento. Raquel y yo teníamo algo del menú del avión todavía, nos hartaron a comida.


A las 11 empezaba el darshan. Al principio no me enteraba de nada, me cogió de la mano una mujer y me llevó por el pasillo central, indicándome que me sentara ante el altar donde iba a estar Amma. Luego vino Raquel, y a las dos nos hicieron ponernos a un lado, hasta que salió Amma y nos mandaron a su izquierda, para ir pasándole el prasad que reparte entre los devotos tras abrazarles. Es una parafernalia bastante aparatosa, te mueven de un lado para otro y no sabes qué hacer, hasta que te encuentras por fin junto a Amma, con una asistente enseñándote cómo colocar los tres paquetitos de cenizas y unu caramelo que le ponen entre el pulgar y el índice de cada vez. Cada devota (sólo lo hacen las mujeres) la pasa cuatro o cinco veces el prasad, y luego te sustituye la siguiente, para que vayas a la cola y recibas también el darshan, previa petición de ticket. Me marearon tanto que me fui a mi cuarto sin haber recibido el abrazo, pero una vez allí me acordé de la figura de Kali del templo, ante la que meditamos un rato antes de la ceremonia, y me comí mi ego con patatas y volví a entrar para que me abrazara. No sabía dónde estaba mi ticket, conque me acerqué al chico que los da, quien antes de nada me pidió que tradujera al francés lo que él decía en inglés para una devota que iba a recibir su primer darshan. Luego me fui a buscar a Raquel, y juntas esperamos hasta que nos abrazó. Luego estuvimos a su lado un rato, pero teníamos muy mal cuerpo de no dormir, así que nos echamos una siesta de un par de horas.


Al despertar nos encontramos a Coco, que había visto a su amigo Anán y le había pedido prestadas 800 rupias para que, por lo menos, pudiéramos comer algo. Y eso hicimos: en la cantina hindú nos dieron una especie de rosquillas de verduras, bastante blandas; una especie de croqueta vegetal, chai y un dulce similar al turrón de Jijona. Muy bueno todo, 32 rupias lo mío y lo de Raquel.


Después conocimos nosotras a Anán, y los cinco fuimos a oir los bhajans al templo grande. Aquí todo está separado por razón de sexos, y normalmente, de origen. Parece racista y sexista, pero en realidad evita malos entendidos, porque las tradiciones en India separan al hombre de la mujer y por mucho que uno no esté de acuerdo, el primer paso para cambiar las cosas siempre es la tolerancia.


Raquel y  yo hicimos el Arati, subiendo al altar y tomando tres veces el humo del alcanfor que queman. Cogí un pétalo bendecido para llevarlo conmigo. Después, como perdimos de vista a los chicos, fuimos a la tienda de zumos y yo me tomé uno de piña, y Raquel otro de mango, naturales. Entonces empezó a llover una barbaridad.


Subimos al cuarto a dejar una botella de agua mineral que compramos para beber y volvimos al templo de Kali para oir la traducción al castellano del satsang. En las escalerillas estaban nuestros amigos, y rápidamente se formó un grupo de españoles y sudamericanos, somos bastantes en el ashram. Pasamos a la zona donde estuvimos dándole el prasad a Amma y allí una devota, creo que chilena, estuvo traduciendo del inglés los últimos satsangs, recogidos por escrito.

2 comentarios:

  1. Qué interesante la estancia en el ashram.. es algo que siempre ha despertado mi curiosidad. Espero que sigas contando cómo fue la experiencia. ¿cuántos días estuviste?

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  2. Hola, Ku; el principal motivo de mi viaje a India era conocer el ashram, para convencerme de que no era una secta ni una historia rara. Uno de mis compañeros de trabajo en Japón es devoto de Amma, y nos habló de ella a los otros tres que fuimos en este viaje. A Amma la conocí en Tokyo unos meses antes y me impresionó.
    Raquel y yo estuvimos tres días en el ashram porque queríamos aprovechar el viaje para ver un poco más del país. Coco y Sergio estuvieron los diez días y luego nos encontramos para volver.
    Gracias por tu interés. Un saludo!

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