Haciendo amigos

El primer día bajamos a tomar el desayuno buffet, que era estupendo, por cierto, y de paso a echar un ojo para ver si había más españoles dispuestos a viajar por su cuenta en lugar de contratar las excursiones programadas. Estuvimos hablando con unos chicos que habían hecho base en el hotel para irse por ahí a la aventura, en el interior de Gambia y por Senegal. Poco después encontramos a un matrimonio de Valencia, Javier y Gloria, que habían quedado con una parejita joven de Barcelona (Cristina y Óscar) y con una mujer, también de Barcelona, Elvira, que viajaba sola. Y así hicimos un grupo que no se disolvió en todo el viaje.


Javier había venido mucho mejor preparado que nosotras (bueno, que yo por lo menos) y nos repartió un cuadrito que había hecho en su casa con las equivalencias entre dalasis y euros, que resultó ser muy útil para todos los pagos que hubo que hacer.

Ahora el tema estaba en averiguar cómo moverse por la zona. En una esquina, al final de la calle principal, estaba la parada de taxis, y alguien tuvo la genial idea de hablar con los taxistas para acordar un precio y que nos llevaran a donde quisiéramos durante todo el día. Y aquí vino la mayor sorpresa del viaje: uno de ellos hablaba español, porque había estado viviendo en Tarragona durante unos años. Abdulie, se llamaba (pronúnciese "Abdulai"), y acordamos con él que nos hiciera de guía a partir del día siguiente. Ese día ya tenía trabajo que hacer, y nos presentó a otro taxista que se hizo cargo de llevarnos a la piscina de cocodrilos sagrados de Katchikali y a Banjul. Pero al día siguiente nos citamos con Abdulie para empezar nuestra "relación empresarial".