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Varkala

Kanyakumari, 13 de septiembre de 2006

Muy puntualmente estamos partiendo en el tren de las 5,30h hacia Varkala. Afortunadamente, no tenemos que hacer trasbordo, ahorrándonos tiempor y mareos en otra estación. Esta noche me han picado los mosquitos por todas partes. Uno muy simpático me picó en el ojo izquierdo, y lo tengo como si me hubieran dado un puñetazo, todo rojo e hinchado. Nines dice que se bajará en unas horas...

El ticket me ha costado 77 rupias en sleeper class, que es la que tomamos desde Trivandrum, con compartimentos de asientos acolchados y no de madera, como el que cogimos en Kanyakulam. Nos hemos encontrado con Hana en la estación, pero ella tiene un billete diferente que no sabemos a qué corresponde, y un trabajador le ha dicho que no podemos viajar todas en el mismo compartimento.

En la estación, por 8 rupias me he tomado un vasito de chai y he comprado una torta del dulce de cacahuete que compraron Hana y Nines en el viaje de ida. Es muy dulce.


Cuando estábamos llegando a la estación, un chico en bicicleta nos llamó. Venía desde el ashram, porque dejé la maleta vieja vacía, pensando que le arreglarían la cremallera y la podrían usar si querían. Se lo expliqué al chico, que me pidió que la abriera (la había traído con él) para cerciorarse de que estaba vacía. Se quedó muy sorprendido. Raquel quiso darle una propina de 10 rupias por las molestias, a lo que el chico respondió preguntando por qué se la dábamos, rehusando el dinero. Es la primera vez que nos ocurre en India, supongo que se debe a que trabaja o vive, o las dos cosas, en el ashram.


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Nines le ha comprado el desayuno a uno de los vendedores ambulantes del tren. En una bandeja de cartón, una pequeña torta de harina de arroz (itris), y algo similar a un buñuelo picante, por supuesto servido con curry. 10 rupias.


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Varkala.


Sobre las 9 AM hemos llegado a Varkala, Había muchísima gente en la estación, y al primer conductor de rickshaw que se nos acercó le dijimos que no queríamos sus servicios. Luego fuimos a donde estaban varios estacionados y cogimos uno que le parecía a Raquel que tenía cara de muy buena persona. Nos cobró 40 rupias por llevarnos al Jicky's Rooms, que aparece en la Lonely Planet con una buena reseña. En cuanto bajamos del rickshaw, el "botones" cogió las maletas y la dueña vino desde la casa de enfrente a enseñarnos la habitación. Está en la planta baja de un edificio con dos alturas, y es idílico. Asientos de bambú a la entrada, todo alrededor es un jardín, el WC es occidental y parece más limpio que los anteriores, y tiene una mosquitera malva nueva que mi ojo agradecerá para evitar más picaduras. Son 250 rupias por noche. La señora es un encanto y el chico de las maletas se fue sin darnos tiempo a dejarle propina. La mujer nos trajo el libro de inscripción a la mesita del porche, donde vi que había otra española que se había inscrito ayer. La dueña me dijo que era la chica que estaba tendiendo la ropa al lado, conque cuando acabamos de firmar y rellenar, fuimos a saludarla. Se llama Nerea, es de Irún y ha estado un mes en Nepal y ahora estará otro en India. Nos ha contado lo impresionante que es Varanasi, lástima que no podamos verlo.


Ahora iremos a la Black Beach, no lejos de aquí. Ha llovido hasta ahora y no hace mucho calor, conque nos limitaremos a pasear por la playa un rato.


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El chico de las maletas nos indicó el camino a la playa. Resulta ser un paseo preparado para que el turista vaya mirando toda clase de tiendas en lugar de ver el mar. La playa está bajo un acantilado, y sobre éste se sitúa el paseo en cuestión. Se nota que los indios qu eviven aquí son más ricos: hay unas mansiones tremendas en el camino del tren al hotel y la ropa de muchos es occidental.


Me he puesto el sari yo sola, fatal, por cierto, y cuando paramos en la oficina de cambio para que Raquel pudiera comprar rupias, el chico que nos atendía me lo dijo. Se ofreció a llamar a una mujer para que me ayudara a ponérmelo bien, pero como no llevaba pantalón ni combinación, decliné la oferta...

En la misma oficina contratamos un paseo de una hora en elefante por 700 rupias las dos. En fin, es una atracción y punto, como los paseos en embarcaciones de los backwaters, por ejemplo. No lo pagamos aún, a las 15,30h tendremos que estar en la oficina y entonces lo abonaremos. Nos llevan al lugar y nos traen de vuelta por el mismo precio.


Por supuesto, hemos hecho compras. En la primera tienda, la dependienta me puso el sari correctamente, menos mal, porque todo el mundo me estaba diciendo que estaba mal puesto. Con ella hablamos sobre Amma, porque nos preguntó de repente si habíamos estado en el ashram. Es interesante hablar con los nativos sobre lo que ella predica.


La compra más interesante fue en una joyería. El dependiente era de Kashmir, sus rasgos eran parecidos a los del de la tienda de Trivandrum. Yo había visto unas pulseras para hombre y pregunté los precios. Nos sentamos con ellos -uno atendió a Raquel y otro a mí- a petición suya y empezaron a sacar material. Había pulseras de hasta 2800 rupias, de hecho en principio quería cobrarme 2500 por la que me llevé al final por 900. Y me sigue pareciendo carísimo. En cuanto ven que les ignoras modifican radicalmente los precios, porque salen ganando muchísimo igualmente.


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Comimos en el restaurante del hotel, que está bastante separado de él y más bien cerca del mar. Fue bastante escaso, tardaron -como siempre- un montón, y para colmo me trajeron un zumo de pistacho lleno de hormigas rojas luchando por sobrevivir. Ni que decir tiene que ni lo probé... Nos cobraron más de lo normal, según lo que veníamos pagando hasta ahora, así que decidimos que iríamos a otro sitio para cenar.


Nos cambiamos, porque estábamos empapadas por la lluvia y porque yo llevaba el sari, poco apropiado para montar en elefante...

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